04 noviembre 2011

Leído: Tropas del Espacio de Robert Heinlein

Llevo cierto retraso en las reseñas de las cosas que leo, porque desde que me leí el libro del que hablo hoy, ya he terminado otros dos. Pero es lo de siempre: el trabajo, las reuniones laborales y todo eso.

Lo primero que hay que destacar de esta obra es que es uno de los viejos clásicos de la ciencia-ficción. Es un libro con bastantes años aunque, debo reconocer, el tiempo no le ha sentado mal y resulta ser bastante creíble. Se nota bastante que el autor sirvió algún tiempo en el ejército y es, precisamente, la buena recreación del ambiente castrense la que la hace creíble. En comparación con otras novelas de ciencia-ficción escritas hace medio siglo o más, pocos detalles técnicos, por no decir ninguno, me resultan anticuados.

Es un libro que a mí me ha gustado. Contiene una serie de reflexiones interesantes, que puedes compartir o no (en mi caso, no del todo), pero que te hacen pensar.

Si habéis visto las películas de "Starship troopers" y luego leeis este libro, llegaréis a la conclusión de que las películas se inspiran en el libro, pero no tienen casi nada que ver. Sólo coinciden los nombres de los personajes y unos cuantos pasajes del libro. Todo lo demás es diferente. De hecho, incluso, las películas (al menos la primera, que fui la que vi) hacen una crítica a la influencia de los medios de comunicación y a su uso para manipular, mientras que el libro se plantea qué puede pasar si el Estado se declara incapaz de controlar la delincuencia. Y es este planteamiento, pienso, el que lo convierte en una obra criticada por ser "fascista". De hecho, Tropas del Espacio fue polémica en su momento. A mí me parece un poco inverosímil que alguien que sirvió dos veces en la Armada de los EE. UU. (cinco años, desde el 1929 hasta el 1934 y luego, como ingeniero civil, durante la II Guerra Mundial, porque se quiso alistar él pero no se lo permitieron) y que, por tanto, luchó contra los nazis, escribiera, once años después del fin de la II Guerra Mundial, una apología del fascismo. Más bien, lo que veo en este libro es una advertencia a los que creemos en la democracia.

Hablaré de eso más tarde. Sólo destacar algunos cambios interesantes entre el libro y la primera película. En el libro, el protagonista no se liga a nadie (no hay escenas de cama, para entendernos), las mujeres combaten pero como pilotos; son las que pilotan las naves interestelares y los vehículos de "desembarco", y el ambiente castrense impregna mucho más la narración que la película (aunque parezca mentira). La infantería móvil es mucho más poderosa que en la película; los "bichos" ganan cuando tienen una superioridad numérica aplastante, mientras que en la película se tienen que reunir cuatro para liquidar a un solo soldado de los "bichos". Luego hay cosas que son más parecidas, como el desarrollo de la guerra.

Para acabar, se explica a lo largo de la obra el por qué se ha llegado a una sociedad militarista. Se trata de un futuro distópico, donde nuestras democracias acaban desmoronadas por la delincuencia descontrolada tras una guerra mundial. La democracia falla a la hora de mantener el orden, o digamos, la responsabilidad de los ciudadanos, y el sistema se hunde. El germen del estado militarista de Tropas del Espacio son los restos del ejército que, desaparecido el poder central, comienza a ganar prestigio defendiendo a grupos de civiles de los saqueadores.

Es la primera vez que leo en ciencia-ficción a la delincuencia como una de las causas fundamentales de la caída de una sociedad. La crítica a nuestros sistemas judiciales, en el sentido de que no son eficientes a la hora de frenar la delincuencia, o son fuente de injusticias, es algo presente en muchas obras de ciencia-ficción e, incluso, de fantasía. En sus últimos libros de la saga de la Fundación, Isaac Asimov contaba como, cuando querían acabar con el protagonista, le enviaban matones para que lo molieran a palos o lo mataran. Cuando rechazaba la agresión, los matones le denunciaban y tenía que ir a juicio por agresión. Le atacaban y le juzgaban por defenderse. Asimov lo enmarcaba en una de las muestras de la decadencia del Imperio Galáctico, pero la crítica a nuestro sistema judicial queda bastante clara. En Mundodisco, los ladrones son profesionales regulados y cada ciudadano debe sufrir una serie de robos al año, por ley. De ahí que cuando un ladrón te atraca, te deja su tarjeta para que, si le ha gustado cómo te ha robado, le llames y cubras con él tu cupo anual de atracos. Por supuesto, esta legalización obedece a la desidia de las instituciones de Ank-Morpork, que dificultan la labor de la policía para no ofender a las cofradías de ladrones (porque los que están en lo alto de la jerarquía de las cofradías de delincuentes están, socialmente, muy bien considerados) y tiene un sistema judicial donde el delincuente recibe condenas muy suaves o, directamente, no recibe condena alguna. Terry Pratchett cuenta todo esto de tal forma que te partes de risa leyéndolo, pero la crítica, nada velada, hacia nuestro sistema y nuestros gobernantes te queda clarísima.

En el cine o en muchas obras de literatura "convencional", he visto tratar el tema de la delincuencia, preferentemente, desde el punto de vista de los que infringen la ley, buscando humanizarles y todo eso. Es algo que me parece estupendo. Pero son más escasas las obras en que este tema se trata desde el punto de vista de las víctimas. Cuando se habla del fin de las democracias, casi siempre el motivo es un golpe de estado, el ascenso de un partido fascista, que las multinacionales doblegan a los Estados... Y, sin embargo, lo que más daño hace a la democracia es la injusticia cotidiana. Como otra mucha gente, siento que denunciar un delito que hayas sufrido es una pérdida de tiempo. En un sistema democrático, que esta sensación se generalice es algo más peligroso que un golpe de estado.

En mi trabajo, si yo emito una factura y el cliente dice que no me paga porque no le da la gana, yo tendré que pagar el IVA repercutido en nombre del cliente (o sea, pagarle sus impuestos de mi bolsillo) y tributar por un dinero que no he cobrado. Denunciar al deudor me costará tiempo y dinero y será cuestión de suerte, porque alega que es insolvente y listos. El Estado no sólo se muestra incapaz de garantizar una transacción comercial sino, que, además, me exige a mí, a la parte que ha sufrido la estafa y el impago, que le pague de inmediato los impuestos. ¿Para qué sirve, entonces, el Estado? Si tenemos una institución hambrienta de dinero, que te quiere cobrar por todo y que no garantiza la seguridad ni las leyes que ella misma emite, es cuestión de tiempo que el pueblo se empiece a plantear si merece la pena mantener el sistema. Cualquier partido dictatorial populista (de izquierdas o de derechas, me da igual) capaz de aglutinar este sentimiento puede herir de muerte a un sistema democrático que tiene preocupaciones más importantes que ser garante de la ley.

De esto nos advierte, en mi opinión, Tropas del Espacio. Es verdad que no comparto algunos de los argumentos expresados en el libro, pero dudo bastante que se pueda calificar de fascista a esta obra. Pienso que nos habla de que o se garantiza la ley o acabará gobernándonos quien tiene las armas en la mano.

En todo caso, es un libro interesante, breve y fácil de leer. Y con un tratamiento muy correcto de la ciencia, que siempre se agradece.

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